En estos días de estancia hospitalaria, rodeada de incertidumbre, dolor y silencios, me llegan a la mente las imágenes de los bombardeos de hospitales en Gaza, y no puedo evitar el empatizar, incluso llorar, por la población palestina que sigue soportando la respuesta militar de Israel; en verdad si se pretende hacer daño a una comunidad lo terriblemente efectivo es golpear a los miembros mas vulnerables, y estos suelen estar en hospitales, no alcanzo a imaginar el dolor de tener q soportar un bombardeo en estado convaleciente, para toda la comunidad: enfermos/as, familias… pero también para el propio personal facultativo, y q mezcla de impotencia y desesperación debe suponer hacer una evacuación del recinto; entiendo que la reacción deprimida de las personas afectadas por no entender el absurdo, se pueda convertir en un bajar la guardia, pero también, sin duda en algo q venimos observando en los últimos años: el rearme violento de la resistencia. Tristemente la historia nos advierte q la violencia nunca es capaz de resolver un conflicto, mas bien al contrario, lo amplifica; si q parece cierto q la represión invita a “callar la boca”, pero solo temporalmente, los herederos del enorme dolor que está sufriendo Gaza sin duda repercutirá en las nuevas generaciones q incluso no han nacido todavía, acrecentando la espiral violenta, quizás con una tendencia infinita.